Te escribo estas líneas para tratar de aclarar algunos puntos (no los gatillo, sino los conceptuales) respecto a nuestro forzado contrato de arrendamiento.
Yo trato de escucharte...de traducir lo que intentas decirme cuando me regalas un nuevo cachivache. Atiendo tus demandas físicas y hasta las económicas que, no es por echarte en cara tanto gasto, pero ya podrías hacerme el favor de conformarte con una aspirina, de vez en cuando.
Pero que, además de cara, seas posesiva y celosa intentando ser la única amiga que tengo, de plano no lo pienso tolerar Me parece muy bien que, siendo exótica extranjera, te sientas con derecho a cierto trato priviligiado y que, a diferencia de otros, tu no pienses abandonarme...de verdad te agradezco tu feroz persistencia, este amor-odio incondicional que me profesas, a pesar de mis defectos y por encima de mis virtudes. Pero, ¡caramba!, que no hay necesidad de que pongas, bajo el microscopio, a todos los afectos que me rodean.
Sí, ya sé que tu intención es buena, que pretendes que analice las relaciones que he establecido con algunas personas, tanto para aprender a invertir mejor mi tiempo y energía, como para no tomarme tan a pecho los desaires, deslealtades y mala leche, disfrazada de cortesía y sacrosanta preocupación.
O de plano me crees tan inocente, que no me doy cuenta que algunas "amistades" desaparecen en forma directamente proporcional a la aparición de problemas. O que algunos otros amigos son meramente superficiales mientras que, algunos personajes han ido camuflando de afecto lo que en realidad es animadversión y que, ahora que creen que estoy muy débil, aprovechan la oportunidad para convertirme en el blanco perfecto de un rosario interminable de críticas, sospechas y rumores. Imaginas acaso que es la primera vez que me lanzan indirectas respecto a lo mal que luzco; a si tengo lo que merezco (siempre en lo negativo, por supuesto); a si estoy celosa o no por motivos reales o imaginarios, o a opinar sobre lo que hago -o no- con cualquier parte de mi cuerpo, ya sea sola o acompañada, como si tuvieran la suficiente autoridad moral para hacerlo.
Sí, ya sé que tu intención es buena, que pretendes que analice las relaciones que he establecido con algunas personas, tanto para aprender a invertir mejor mi tiempo y energía, como para no tomarme tan a pecho los desaires, deslealtades y mala leche, disfrazada de cortesía y sacrosanta preocupación.
O de plano me crees tan inocente, que no me doy cuenta que algunas "amistades" desaparecen en forma directamente proporcional a la aparición de problemas. O que algunos otros amigos son meramente superficiales mientras que, algunos personajes han ido camuflando de afecto lo que en realidad es animadversión y que, ahora que creen que estoy muy débil, aprovechan la oportunidad para convertirme en el blanco perfecto de un rosario interminable de críticas, sospechas y rumores. Imaginas acaso que es la primera vez que me lanzan indirectas respecto a lo mal que luzco; a si tengo lo que merezco (siempre en lo negativo, por supuesto); a si estoy celosa o no por motivos reales o imaginarios, o a opinar sobre lo que hago -o no- con cualquier parte de mi cuerpo, ya sea sola o acompañada, como si tuvieran la suficiente autoridad moral para hacerlo.
Me subestimas, griega amiga, porque eventualmente me doy cuenta de la diferencia entre los verdaderos amigos (esos que me sostienen en sus brazos, cuando mis alas se quiebran) y aquellas otras personas que o solo me tienen un afecto pinche y barato (que no necesito) o se aprovechan de mi situación para tomar revancha por algo -también real o imaginario- que creen que les hice.
Lo que sucede, okupa querida, es que me has distraído con tanto trebejo. Pero créeme que tengo muy claro que, algunas personas:
- Como los bebés, creen que algo existe sólo cuando lo están mirando. No importa si se trata de un objeto, una situación o una persona...la existencia depende de su magnificente mirada.
- Solo me quieren cuando estoy contenta, sana y económicamente disponible; cuando no "hago olas"; cuando pienso exactamente como ellas y actúo como esperan que lo haga (aún cuando ellas mismas no prediquen con el ejemplo).
- Se creen que, lo que me sucede contigo me lo he provocado, lo estoy fingiendo o me lo merezca... y se sientan con la obligación, además, de hacérmelo saber por todos los medios posibles (señales de humo incluidas).
- Dicen que "no saben cómo ayudarme", aún cuando el sentido común les brinde una larga lista de opciones...absteniéndose y no estorbando, por ejemplo, que ya de por sí es muchísima ayuda.
- No han movido un dedo para mostrar verdadero interés en mí, pero utilizan tu presencia para desautorizar mis opiniones, alegando mi "hipersensibilidad".
Amiga Fibro, si algo tengo que agradecerte, en este análisis microscópico de mis afectos, es la percepción cada vez más clara de las sinceridades ajenas y, en consecuencia, la facilidad para elegir qué o a quién quiero conservar entre mis tesoros amigos. Curiosamente, entre mis joyas afectivas, cuento con los de siempre, los probados, los que muchas veces me han sido duramente criticados por aquellos condescendientes y políticamente correctos y, a causa de su estilo de vida, les adjudican aquello de ser muy "malas compañías".
Pero han sido precisamente esas malas compañías, las que han estado conmigo paso a paso, en este otro peregrinar por los círculos sociales en los que me he movido. Con ellos se puede contar, no importando las divergencias que tenemos.
Gracias por atender al contenido de esta misiva y, aunque la costumbre sea más fuerte que el amor, prometo seguir despegándome de lo que no puedo cambiar y, desde luego, de lo que no necesito.